Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo: junio 2010

25/6/10

La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón

Ven conmigo al Cementerio de los Libros Olvidados, te guiaré con mis ojos de niebla y de pérdida, siempre mirando atrás.

La voz de cristal de Daniel nos acompañará en este viaje, por estos lugares que más que calles son cicatrices. Clara y sus dedos olor a canela nos robará la respiración y el sueño. Fermín nos convencerá de que esta vida vale la pena vivirla por tres o cuatro cosas, y lo demás, es abono para el campo.
Julián nos atrapará en su propia carcel de palabras mientras que los recuerdos de Penélope nos atraviesan como balas. Miquel, desde su silencio de abandono nos instará a conservar nuestros sueños, porque nunca sabemos cuándo nos harán falta. Y Nuria nos enseñará que hay personas que se recuerdan y otras que se sueñan.

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Estos días he estado sumergida en las páginas de este libro, que si bien no me atrajo por su condición de "best-seller", si lo hizo por todos sus pequeños detalles, lágrimas y caricias.
En cuanto tenga la oportunidad lo compraré y lo traeré a casa, porque sin duda me parece un libro que merece la pena releer y saborear nuevos aspectos que se escapan en una primera lectura.

En otro orden de cosas ha llegado el verano y consigo los aprobados (y suspensos), el primer día de piscina y muchas cosas por hacer. ¡Adelante!

21/6/10

La saliva se me transforma en serrín

Junio sabe a cansancio, a ínfimos esfuerzos, a sudor, a exámenes, a nostalgia, a cena de fin de curso con los compañeros (y no tan compañeros), a cerveza, a luz blanca, a películas con ventilador.

Huele a historias que han tocado fin.
Junio se siente de manera diferente a otros meses, es un punto de inflexión, una especie de comienzo de año nuevo pero sin los típicos propósitos que nadie cumple.

Su verano ya está aquí, museo de ecos y sombras, días de ceniza y ojos de prestado. Puede que no vaya a volver a comenzarlo con esta predisposición, asi que habrá que aprovecharlo.

12/6/10

Calles de Madrid

Hace justo un año que volví de aquel viaje, que significó tanto para mí.
Este pequeño homenaje-recordatorio va para ti, Madrid.

"Viaje en tren con Mike Oldfield y The Killers - VIPS Gran Vía - Sara Ramo - Feria del Libro - Starbucks - Fiebre del Sábado Noche - Museo del Prado - Hotel Vincci Capitol - Aquella llamada desesperada - Gran expectación y pocas expectativas cumplidas - Comida de señoras en la cafetería del Corte Inglés de Callao - Fotos que no dicen nada - Impresionante Gran Vía - Miedo y tristeza - El Retiro con la soledad que me hubiera gustado - Fuencarral y Puerta del Sol - Demasiada prisa y sin tiempo a conclusiones - El segundo día fue horrible - Madrid es para admirar, recordar, disfrutar, observar, imaginar y sentir a cada paso - Un cuaderno de notas lleno de frustración e impotencia - Un último vistazo y una última lágrima."

Fue un viaje lleno de experiencias maravillosas, de sentirme cómoda con una ciudad que no es la mía y a la que desde luego, pienso volver, pero eso sí, con la compañía que a mi me gustaría.

La foto está tomada desde la terraza del Hotel, aquel refugio improvisado.

9/6/10

¿Sabes lo que pasa?, que no vas a ninguna parte

Nada está saliendo según lo previsto. Pero mejor así.

Han sido unos días extraños, de mucho salir y poco estudiar, de conciertos, de despertares con amargo sabor a alcohol, de alarmas que nunca quiero escuchar y de numerosas pérdidas de tiempo.

Necesito una tregua.
Un soplo de aire fresco y diferente que me devuelva las energías, las ganas de descubrir, de hacer cosas.

"No cabía otra solución y salí adelante. Pero todo fue siempre demasiado obligatorio como para que pudiera sentirme feliz".

Y aún así, tú sigues aquí... y esto es lo que verdaderamente me anima a seguir.

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Déjate convencer por Ismael Serrano

Un día la vida echará abajo tu puerta.
Rendida, acorralada te pedirá cuentas por este fracaso, por haberme mentido.

Y no encontrarás al hombre que te ponga a salvo, que el hecho de estar vivo siempre exige algo. Déjate convencer, duerme esta noche conmigo. Que el amor se encuentra antes si se busca.

[...]

Déjate convencer.
Ya habrá alguien que se haga cargo de recoger las culpas de este pecado. A dónde iré, sin este abrazo.

No te puedes negar, no sea que nuestro pasado nos llegue a atrapar. Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad que ya, que ya mentimos a diario.

Anda, echa un vistazo a tu alrededor, no seas tonta, mira que no hay un alma que llevarse a la boca, que hay que repartir caricias y esta noche me toca.

Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo. También arrastro conmigo una cadena de sueños.

Libro de las alucinaciones de José Hierro

Perdóname. No volverá a ocurrir.
Ahora quisiera meditar, recogerme, olvidar: ser hoja de olvido y soledad.
Hubiera sido necesario el viento que esparce las escamas del otoño con rumor y color. Hubiera sido necesario el viento.

Hablo con humildad, con la desilusión, la gratitud de quien vivió de la limosna de la vida. Con la tristeza de quien busca una pobre verdad en que apoyarse y descansar.
La limosna fue hermosa -seres, sueños, sucesos, amor-, don gratuito, porque nada merecí.

¡Y la verdad! ¡Y la verdad!
Buscada a golpes, en los seres, hiriéndolos e hiriéndome; hurgada en las palabras; cavada en lo profundo de los hechos -mínimos, gigantescos-, qué más da: después de todo, nadie sabe qué es lo pequeño y qué lo enorme; grande puede llamarse a una cereza ("hoy se caen solas las cerezas", me dijeron un día, y yo sé por qué fue), pequeño puede ser un monte, el universo y el amor.

Se me había olvidado algo que había sucedido.
Algo de lo que me arrepentía o, tal vez, me jactaba.
Algo que debió de ser de otra manera.
Algo que era importante porque pertenecía a mi vida: era mi vida.

(Perdóname si considero importante mi vida: es todo lo que tengo, lo que tuve; hace ya mucho tiempo, yo la habría vivido a oscuras, sin lengua, sin oídos, sin manos, colgado en el vacío, sin esperanza).
Pero se me ha borrado la historia (la nostalgia) y no tengo proyectos para mañana, ni siquiera creo que exista ese mañana (la esperanza).

Ando por el presente y no vivo el presente (la plenitud en el dolor y la alegría). Parezco un desterrado que ha olvidado hasta el nombre de su patria, su situación precisa, los caminos que conducen a ella.

Perdóname que necesite averiguar su sitio exacto.
Y cuando sepa dónde la perdí, quiero ofrecerte mi destierro, lo que vale tanto como la vida para mí, que es su sentido.

Y entonces, triste, pero firme, perdóname, te ofreceré una vida ya sin demonio ni alucionaciones.

Fernando Pessoa dixit:

¡Ah, ese frescor en la cara de no cumplir un deber!

¡Qué refugio, que no se tenga confianza en uno!
Respiro mejor ahora que ha pasado la hora de las citas.
Falté a todas, con deliberación en el descuido, esperando esa gana de ir que ya sabía yo que no vendría.

Soy libre frente a la sociedad organizada y vestida.
Estoy desnudo, y me zambullo en el agua de mi imaginación.
Es tarde para estar en cualquier de los dos puntos donde debía estar a la misma hora, deliberadamente a la misma hora.

Pues bien, aquí me quedaré soñando versos y sonriendo en cursiva.
¡Es tan graciosa esta parte lateral de la vida!
No consigo encender el cigarrillo siguiente.
Si es un gesto, que quede con los otros que me esperan en este desencuentro que es la vida.

Lorca y su particular encrucijada

¡Oh, qué dolor el tener versos en la lejanía de la pasión y el cerebro todo manchado de tinta!

¡Oh, qué dolor no tener la fantástica camisa del hombre feliz: la piel, la alfombra de sol, curtida!

(Alrededor de mis ojos bandadas de letras giran)

¡Oh, qué dolor el dolor antiguo de la poesía, este dolor pegajoso tan lejos del agua limpia!

¡Oh, dolor de lamentarse por sorber la vena lírica!
¡Oh, dolor de fuente ciega y molino sin harina!

¡Oh, qué dolor no tener dolor y pasar la vida sobre la hierba incolora de la vereda indecisa!

¡Oh, el más profundo dolor, el dolor de la alegría, reja que nos abre surcos donde el llanto fructifica!

¡Oh, dolor de la verdad!
¡Oh, dolor de la mentira!

Luis García Montero

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi, cruzo la desmedida realidad de febrero por verte, el mundo transitorio que me ofrece un asiento de atrás, su refugiada bóveda de sueños, luces intermitentes como conversaciones, letreros encendidos en la brisa, que no son el destino, pero que están escritos encima de nosotros.

Ya sé que tus palabras no tendrán ese tono lujoso, que los aires inquietos de tu pelo guardarán la nostalgia artificial del sótano sin luz donde me esperas, y que, por fin, mañana al despertarte, entre olvidos a medias y detalles sacados de contexto, tendrás piedad o miedo de ti misma, vergüenza o dignidad, incertidumbre y acaso el lujurioso malestar, el golpe que nos dejan las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería peor y más costoso llevárselas a casa, no esconder su cadáver en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad, y sin idiomas voy hacia la tuya. No hay nada que decir, pero supongo que hablaremos desnudos sobre esto, algo después, quitándole importancia, avivando los ritmos del pasado, las cosas que están lejos y que ya no nos duelen.

Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo